jueves, 1 de septiembre de 2011

Las personas a las que amas y los momentos que vives con ellas

¿No te ha pasado alguna vez que quieres estar junto a la persona a la que amas en todo momento, en cada instante, pase lo que pase?

¿Que querrías verla al despertar y compartir los primeros rayos de luz, y el primer café del día, y un mordisco de tu tostada? Y ya puestos a resultar empalagosos... ¿no te ha pasado alguna vez que quieres conocer cada detalle, paisaje y rincón de la vida de la persona a la que amas?

Si vives en el mundo real y has podido disfrutar de la correspondencia en el amor (no me refiero al amor por correo), sabrás que esos detalles y ese nivel de conocimiento quedan muy bonitos en la teoría, pero en la práctica no hacen sino arruinar el misterio y matar la magia. Toda persona necesita su intimidad, y toda relación sus secretos. Si lo olvidas, lo mejor que te puede ocurrir es que te lleves una profunda decepción y descubras, apenado, que el amor de tu vida se vuelve feo y vulgar cuando indagas en sus miserias, y que resultar predecible no es una virtud ni un síntoma de confianza, sino de aburrimiento.

Eso me ha ocurrido a mí con Devan y con Dailyn, que los quiero muchísimo, tanto, tanto, que he querido conocer hasta el menor detalle de su relación, pasar con ellos cada minuto de sus vidas y disfrutar de cada uno de sus pensamientos. Y por mucho que los quiera, por mucho que me interesen, contar algunos detalles de sus vidas no es divertido, ni tiene importancia, ni gusta a nadie. A ellos menos aún, probablemente.

Eso me ha pasado en las últimas entradas de Los que se resisten a morir, que he contado detalles de sus vidas que entorpecen la narración y no aportan nada nuevo. Las he podado hasta dejarlas irreconocibles, y posiblemente también tendré que retocar del mismo modo las entradas anteriores. Nu, sé que tú las imprimes para leerlas con calma, así que lo siento por el tiempo y el papel que has desperdiciado. Y si alguno habéis leído las entradas que he mencionado y os parecieron un coñazo... ya lo siento, espero que ahora resulten más amenas.

He aprendido una lección: Hay que escribirlo todo, pero luego elegir lo que se quiere contar y dejar fuera todo aquello que no aporte nada.

Mañana se me volverá a olvidar. Nch.

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