Hace un tiempo escribí un relato cuya protagonista es una psicópata. No es el primero que escribo en esa línea ni será el último.
En este caso, Selene, que así se llama, tiene un método para ocultar sus desórdenes mentales al mundo: la aplicación de la lógica. No conseguí transmitir esta característica de su personalidad con la profundidad que deseaba, pero es uno de esos detalles sobre tus personajes que están ahí, aunque no terminen reflejados en sus relatos.
El siguiente texto lo escribí cuando trabajaba en su personalidad. Se encuentra sin depurar, es uno de esos ejercicios de "escritura automática" en los que no prestas atención a la forma, sino al contenido.
Siempre he pensado que un buen personaje debe definirse mucho más allá de lo que se escribe sobre él, para que resulte convincente.
La lógica es una constante, algo a lo que aferrarnos cuando las cosas pintan mal y las ideas se desordenan en nuestra cabeza. La lógica, estricta e inmutable, tiene una belleza irreal, como las matemáticas, como la ciencia cosmológica, como los recuerdos imborrables de nuestras vidas.
La lógica te mantiene atado al mundo cuando la locura ronda tus pensamientos. La locura se infravalora, frecuentemente se tiende a pensar que es algo evitable, o tratable, o al menos reconocible.
Pero la locura es algo mucho más íntimo, más impredecible: todos tenemos algún tipo de desorden, de fantasía enfermiza que revolotea por nuestra lucidez, distrayéndonos de la realidad que asumimos en torno nuestro.
Cuando te desvaneces, un buen amarre para la lucidez es la lógica en cualquiera de sus formas. Mis favoritas son las falacias lógicas que se deben evitar y la lógica aristotélica, con sus reglas y axiomas. Si consigues ceñirte a ellas, serás un loco completamente invisible, pasarás desapercibido y nadie te reconocerá como tal, excepto lo que están peor que tú.
Estar cuerdo no supone más que desventajas. Supone dolor, y la incapacidad para evadirte de las cosas importantes. Estar cuerdo es una mierda a la que no tienes más remedio que engancharte. Pero la locura es una amiga, una droga, una consejera, un filtro que se retira de tu vista y te permite ver el mundo desde una perspectiva diferente. Ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Aférrate a las normas, cíñete a la lógica, y el mundo será un patio de recreo.
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